SOMOS LA GENERACION DE LA PAZ
Comienzo a escribir sobre el proceso de Paz en Colombia haciendo mención de Art. 22, Constitución Política de Colombia de 1991 “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento” y entonces comienzan a venir a mi mente los millones de vidas sacrificadas en más de medio siglo de guerra. Más de cuatro millones de desplazados, miles de desaparecidos, billones de pesos perdidos en la guerra que podrían haber sido invertidos en salud, educación, incentivos para los campesinos, protección de los recursos naturales. Pérdida de valores que ha traído como consecuencia el desprecio por la vida y nuestra falta de identidad como pueblo colombiano. En medio de todo este caos surge como una nueva esperanza para el pueblo colombiano el proceso de Paz con uno de los grupos insurgentes más antiguos de la historia las FARC – EP y en los próximos días también estaremos recibiendo la noticia del comienzo de los diálogos públicos en Quito, con el ELN.
El proceso de Paz en Colombia desde mi reflexión y sentir como Hermana de la Caridad de Santa Ana, ha significado una tarea continua de reflexión, comprensión, análisis y este estar involucrada, con los diferentes grupos sociales que han permanecido en ¡Alerta! a este proceso, recordando que desde el año 1982 se ha tratado de negociar siete acuerdos de paz, y en el transcurso de 34 años hemos fallado seis veces. Un récord que muestra que gran parte del éxito de hoy se debe a que se han recogido importantes lecciones para reconocer que la construcción de la paz es una obra histórica y no personal. Ya la historiadora Diana Uribe, expresa “Los pueblos llegan a la decisión de la paz cuando están saturados de la guerra, cuando entienden la inutilidad de la guerra, cuando deciden cambiar el proyecto de la venganza por el proyecto del futuro.” La paz es un proceso de construcción colectiva, que cambia imaginarios, dice ella; y por eso que Diana Uribe reconstruyó los procesos de paz en el mundo. Irlanda y sus 500 años de guerra, Guatemala, El Salvador, la lucha de Mandela en Sudáfrica, Líbano y otros más, donde el odio se hizo ley, la venganza identidad y la injusticia institucionalidad.
Ante este sentido universal de buscar la Paz como un derecho, Colombia no ha quedado indiferente, son muchos los rostros de hombres, mujeres, jóvenes y niños que hacen sopesar este Reto de Ser Caridad y Misericordia en medio de ellos. Son generaciones de nuestros pueblos sacrificadas, masacradas, mares de lágrimas derramadas, dolor que envuelve el corazón transformándolo en odio y rabia, injusticias y muertes; es una fuerza interior del Espíritu a ser resilientes, con un gran sentido de esperanza, pulsando el sentir del pueblo: “NO MAS GUERRA, QUEREMOS LA PAZ” gritos en las plazas, en las calles, en los medios de comunicación, en las redes sociales. No importa, si se es del SI por la paz o del NO por la Paz. Todos a una voz exigimos no un mañana sino un hoy de nuevas de oportunidades de vivir y convivir pensando con esperanza en las futuras generaciones. Colombianos y colombianas tenemos derecho a soñar con la paz, especialmente quienes han sido víctimas de la guerra.
Concluyo con la Declaración sobre el Derecho a la Paz que tenemos todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo y más aún nosotras hijas de la Madre Ráfols quien defendió a los presos de la guerra sin importar de qué bando eran.
La Declaración de Oslo sobre el Derecho Humano a la Paz, aprobada por la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura, en 29aCelebrada en París del 21 de octubre al 12 de noviembre de 1997, expresa en su Art. 1° que la Paz es un derecho humano, inherente a su dignidad, que excluye todo tipo de guerra y de conflicto armado y que se debe garantizar sin ningún tipo de discriminación”.
Hna. Melby Yohana Suárez T. HCSA
Leave a Reply
Want to join the discussion?Feel free to contribute!